Introducción.
Lo primero que
debemos distinguir es la diferencia entre síntoma, síndrome y cuadro clínico.
Síntoma: Manifestación subjetiva de un estado
patológico. Los síntomas son descritos por el individuo más que
observados por el examinador.
Síndrome: Agrupación
de signos y síntomas basada en su frecuente coocurrencia, que puede sugerir una
patogenia, una evolución, unos antecedentes familiares o una selección
terapéutica comunes.
Cuadro
clínico: conjunto
de signos y síntomas que presenta un paciente.
La
razón de poner énfasis en esta situación es que en ocasiones el término
depresión se emplea como un síntoma anímico, no como un síndrome, incluso el
término bipolar se emplea vagamente para hacer referencia a alguien que cambia
de humor con cierta facilidad.
En
el Manual de Psicopatología (Belloch, Sandín & Ramos, 2009),
encontramos que el concepto básico en la categoría de los trastornos del estado
de ánimo son los episodios,
en el DSM-IV se consideran 3 tipos: 1) depresivo mayor, 2) maníaco y 3) hipomaníaco.
La presencia, ausencia o combinación de estos, es lo que define los tipos de
trastornos; es decir periodos continuados de al menos dos semanas en el que
aparecen un conjunto de síntomas afectivos, dentro de éstos surgen dos
subcategorías:
a) Trastornos depresivos;
de los que sobresale la depresión
mayor, ésta debe cumplir con una serie de criterios y síntomas para ser
diagnosticada, por ejemplo: que los síntomas no se deban a una causa orgánica
ni a una reacción normal ante la pérdida de un ser querido. Otra subcategoría
depresiva sobresaliente es la distimia,
que sin cumplir todos los síntomas de la depresión mayor ha persistido durante
al menos 2 años continuados, se considera una “personalidad depresiva”,
Vázquez (1995).
b) Trastornos bipolares; en esta categoría se incluye a las
personas que manifiesten o hayan manifestado episodios de manía, hayan existido
o no episodios de depresión. Algunos presentan episodios alternados de
depresión-manía, otros de manía-relativa normalidad, Vázquez (1995).
En
general el diagnóstico es complejo, se requiere el uso de criterios
diagnósticos precisos de inclusión y exclusión; realizado el diagnóstico se
recomienda el uso de medidas para evaluar la gravedad de los síntomas; es decir la evaluación debe ser categorial y
dimensional.
Para
el diagnóstico categorial contamos actualmente con el DSM-V, las diferencias
con el DSM-IV son las siguientes:
a. Trastorno
bipolar y otros trastornos relacionados. Se considera el aumento de energía o
actividad como uno de los síntomas en el Criterio A de la hipomanía. Se
remplaza los episodios mixtos del DSM IV por características específicas para
manía, hipomanía y episodios de depresión mayor. También se añade como una
nueva especificación “con ansiedad y angustia”.
b. Trastorno
de Depresión. Este
trastorno se relocalizó en su propia sección separado del trastorno bipolar y
los trastornos relacionados. Se eliminó la exclusión de la pérdida en los
episodios de depresión mayor. Se añadió como criterio que la presencia de un episodio
de depresión mayor puede ser considerada en adición a las respuestas normales
de una pérdida significante. Se añade nota al calce que explica la diferencia
entre pérdida y episodios de depresión mayor.
c. Hay nuevos trastornos revisados y otros
renombrados, como: el Trastorno de Desregulación del Estado de Ánimo
Perturbador, el Trastorno Depresivo Persistente (Distimia), el Trastorno
Disfórico Premenstrual. Incluye también las especificaciones “con
características mixtas” y “con ansiedad y angustia”.
Basándonos
en el Manual de Psicopatología (Belloch, Sandín & Ramos, 2009) analizaremos
los síntomas y la evaluación de los trastornos depresivos.
SÍNTOMAS EN EL TRASTORNO DEPRESIVO.
Los
síntomas pueden ser muy variados, tanto en temporalidad (episódicos o casi
continuos), como en gravedad (de leves a incapacitantes) y se dividen en 5
grupos:
1. Síntomas anímicos;
puede incluir tristeza, abatimiento, pesadumbre, infelicidad, irritabilidad,
sensación de vacío, nerviosismo, inmutabilidad sentimental, reducción de
emociones positivas.
2. Síntomas
motivacionales y conductuales; incluye estado general de inhibición,
apatía, falta de motivación, falta de sentido al quehacer cotidiano
o a la vida, desatención personal, indecisión, deserción escolar o laboral. En
su forma más grave se le conoce como retardo
psicomotor, es un enlentecimiento general de las respuestas motoras, el
habla, el gesto y una inhibición motivacional casi absoluta, que en casos
extremos se conoce como estupor
depresivo, caracterizado por mutismo y parálisis motoras casi totales.
3. Síntomas cognitivos;
se ve afectada la memoria, la capacidad de concentración y atención, aparecen
pensamientos circulares y rumiantes, valoración negativa del entorno, de sí
misma y de su futuro, autoculpación, autodepreciación y baja autoestima.
4. Síntomas físicos;
insomnio o hipersomnia, fatiga, pérdida de apetito, disminución de la actividad
y el deseo sexual, molestias corporales difusas (dolor de cabeza, de espalda,
nauseas, vómito, estreñimiento, micción dolorosa, visión borrosa, etc.).
5. Síntomas
interpersonales; deterioro en las relaciones con los demás, desinterés
por la gente, rechazo a quienes les rodean, aislamiento.
EVALUACIÓN DE LA DEPRESIÓN.
Desde
el punto de vista de la intensidad de los síntomas, los instrumentos más
usados son las escalas autoaplicadas como la de Hamilton o la de Beck (de
estas y otras encontramos una amplia revisión en Vázquez (1995)). Pero el
análisis de la gravedad o frecuencia de los síntomas no puede sustituir un
examen para determinar si la persona cumple o no con los criterios diagnósticos
de un trastorno anímico. Una puntuación alta en una escala de depresión no nos
garantiza que la persona sufra trastorno depresivo si no cumple con los
criterios de un episodio.
En
la exploración psicopatológica de los síntomas depresivos debemos considerar
varios parámetros.
1. Cronología de los
síntomas y problemas de la persona, este punto es crucial, pues nos lleva a
buscar el factor causal de los síntomas y es básico para el diagnóstico
diferencial
2. Duración del
trastorno
3. Determinación de la
existencia o no de episodios maniacos, permite establecer la diferencia entre
trastornos depresivos y bipolares
4. Determinar si el
episodio depresivo es de tipo melancólico, en caso de ser así la psicoterapia
no sería el tratamiento inicial de elección
5. Exploración de
síntomas psicóticos.
En
Vázquez (1995) encontramos una revisión amplia de los instrumentos de medida,
cita como los más acertados en cuanto a la dimensión categorial los
criterios presentados en el DSM-IV, realizado de la mano de una
entrevista estructurada como laSADS, ésta es una entrevista compleja y
larga que requiere de entrenamiento previo, sus ítems están bien
definidos, existen dos versiones, la SADS normal y la SADS-L (versión vital);
cubre dos posibles diagnósticos, trastornos afectivos y esquizofrenia. O
a SCID de formato casi idéntico a la SADS,
pero que cubre más etiquetas diagnósticas, permitiendo obtener un diagnóstico
de diversas entidades incluidos los trastornos del estado de ánimo.
Las
escalas tanto de observación como autoaplicadas nos permiten establecer la
gravedad de los síntomas, aquí sólo algunas de ellas.
ESCALAS DE OBSERVACIÓN
Escala
para la depresión de Hamilton (HRSD): es la más utilizada internacionalmente,
requiere la valoración clínica del estado del paciente a través de la
entrevista clínica habitual y de todos aquellos medios de obtención de
información que se estimen oportunos. Consta de 17 ítems con una escala tipo
Likert que va de 0 = ausente a 4 = grave; posee muchos ítems somáticos, es
sensible para detectar cambios debidos al tratamiento.
Escala
de melancolía de Bech-Rafaelsen: es una modificación de la Hamilton, consta de
11 ítems, mediante cuatro de ellos evalúa retardo motor, verbal,
intelectual y emocional, que caracteriza la depresión melancólica,
especialmente indicada cuando se pretende evaluar cambios terapéuticos, su uso
se limita a personas con cierto dominio clínico.
Escala
de Evaluación de la Depresión de Montgomery-Asberg (MADRS): sensible al cambio
y a los efectos del tratamiento, consta de 10 ítems, se emplea tras una
entrevista clínica, es corta, consta de 9 ítems, incide principalmente en síntomas
anímicos.
Inventario
de Depresión de Beck: la idea general del inventario es que la depresión es un
estado general de inhibición, así que no recoge síntomas que supongan déficits
por exceso; consta de 21 ítems, cubre síntomas cognitivos como la desesperanza,
autoestima, concentración, etc.; presenta 4 alternativas de respuestas
eligiendo la frase que se acerque más a como se ha sentido. Algunos
pacientes lo consideran difícil de entender o engorroso; ofrece una
aproximación cuantitativa, NO diagnóstica.
Otras
escalas son:
Escala
de Depresión Autoplicada de Zung (SDS)
Escala
Hospitalaria de Ansiedad y Depresión (HAD)
Escalas
Analógicas visuales (VAS)
Lista
de adjetivos
Screening
de síntomas maniacos
Escala
MA1PI-MA
Escala
de estado maniaco (MS)
PENSAMIENTOS AUTOMÁTICOS
Cuestionario
de Pensamientos Automáticos (ATQ-30): contiene 30 frases, con una escala likert
de 1 a 5 puntos.
TRASTORNO BIPOLAR
Su manifestación más leve es la hipomanía, la manía es, en
cierta medida lo contrario de la depresión, esto hasta que se convierte en un
problema clínico. Algunos pacientes experimentan un estado de alegría desbordante,
aunque en la mayoría de los casos se mezcla con estados de irascibilidad, a
veces explosiva y furiosa, junto con una frenética actividad.
La característica
fundamental de la manía es la expansividad anímica y cognitiva.
Las personas perciben una sensación de omnipotencia y
bienestar, son más productivas de lo normal y muy apasionadas, sin embargo su
pensamiento puede ser atropellado y su razonamiento puede deteriorarse. Si encuentra
resistencia u objeción a sus planes o deseos, se torna irritable, hostil,
paranoide, agresivo y a veces psicótico.
En la manía aparecen síntomas opuestos a los de la
depresión, pero algunos otros se comparten. Los signos y síntomas más
frecuentes de la manía son los siguientes:
a) Síntomas somáticos; estado de felicidad y
bienestar anormales, a menudo son irascibles, suspicaces, hiperactivos y
entrometidos. La excitación anímica puede
desembocar en hostilidad manifiesta, conductas destructivas y tendencias paranoides.
Predomina une stado anímico elevado, eufórico, irritable y expansivo. En la
manía el paciente no sufre sus síntomas, por el contario se percibe una
sensación de bienestar.
b) Síntomas motivacionales y conductuales;
una de sus características más importantes es la energía aparentemente
inagotable y desbordante. El paciente puede casi no dormir durante semanas,
puede hablar sin parar (logorrea), tiene fuga de ideas, su conducta es alterada
(hipersexual, imprudente, temerario, impulsivo), da poca importancia a su
aspecto personal.
c) Síntomas cognitivos; presentan
aceleración, habla rápida, incoherente, entrecortada, le cuesta trabajo
mantener la atención. Su autoestima puede estar hipertrofiada, llegando a presentar
delirios o fantasías
Referencias.
Belloch,
A., Sandín, B. y Ramos, F. (2011). Trastornos del estado de ánimo: Aspectos
clínicos. Manual de Psicopatología. McGraw-Hill. Pp.233-269.
CENETEC
(2011). Diagnóstico y tratamiento de la Depresión en el Adulto Mayor en el
Primer Nivel de Atención. Disponible en
http://www.cenetec.salud.gob.mx/descargas/gpc/CatalogoMaestro/194_GPC_DEPRESION_AM/GPC_DEPRESION_ADULTO_1er_NIV.pdf
Nogales,
I. et.al. (s/f). Guía Clínica: Depresión en niños y adolescentes. Hospital
Psiquiátrico infantil y de la adolescencia "Dr. Juan N. Navarro".
Disponible en http://www.sap.salud.gob.mx/media/61184/nav_guias3.pdf
Vázquez,
C. (1995). Evaluación de trastornos bipolares y depresivos. En A. Roa.
Evaluación en Psicología Clinica y de la salud. Madrid: CEPE. Cap.3.
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